Un cámara y una reportera están realizando un reportaje en una estación de bomberos. Acompañan a dos de ellos a una salida noctura. Quedan atrapados en un edificio por culpa de una cuarentena, pero de qué. Sin dejar de grabar, quieren que el mundo se entere de lo que está ocurriendo dentro. Voy con mis hermanas a disfrutar de una tarde de miedo. Nos sentamos, se apagan las luces y empieza el espectáculo. Espero a que nos pongan en situación, ¿Eso que és?, ¿porqué no veo un pijo a lo que está enfocando la cámara?, ¡deja de moverte de una maldita vez! Un momento, creo que veo algo, una tía gorda, ¡dios!, ¡que vestido más horrible se ha puesto!, ¿eso que tiene es sangre?, ¿se supone que debo gritar y asustarme? Una hora y media (casi) después me siento utilizada y estúpida. Si, estúpida por haber caído en la trampa de su excesiva publicidad donde me prometían el terror más extremo de mi vida. No me ha gustado: no aporta nada nuevo al género, los temas que trata (cámara en mano y virus que