Una joven pareja decide recorrer el país en carretera. Lo que en un principio iba a ser un viaje de lo más tranquilo se convierte en pesadilla cuando se cruzan con un asesino sin escrúpulos llamado Ryder.
Las dos cosas que más me gustaron fueron que va directamente al grano, sin rodeos ni presentaciones absurdas de los personajes y que el final es, para ser el tipo de película, peculiar e inesperado.
El personaje de Sean Bean (que a parte de unos pocos papeles la mayoría son de malo, este hombre lo tengo más visto que el tebeo japonés, jajajaja) da verdadero miedo y llegas a pensar que de verdad está pirado.
Las persecución de los coches patrullas, de la pareja y de él es una pasada.
Me dejó hecha polvo la familia que asesina por que sí, sobretodo el padre, que no para de preguntar por su hijo y esposa (me puso enferma).
No me la esperaba tan entretenida. No me dí cuenta y ya había acabado. Me gustó más de lo esperado.
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